Las colonias

Esta zona también desarrolló algunas experiencias colonizadoras, con resultados variables, pero que facilitaron posteriormente el acceso a la tierra de muchos de los pioneros daneses que llegaban con ansias de disponer de sus lugares de trabajo.
De tal forma puede mencionarse la colonia de San Francisco de Bellocq y especialmente la de Micaela Cascallares.
De todas maneras, las citadas no fueron los primeros intentos colonizadores. Félix Mayolas lo intentó sin éxito en la zona próxima a su molino harinero.
En 1888 se realizó un remate de tierras municipales, que se fraccionaron en chacras y quintas, iniciándose la división en parcelas que fueron destinadas en su mayoría a la agricultura.
Ese año el señor A. R. González presentó al gobierno de la provincia un proyecto de fundación de un centro agrícola que afectaba a 5.392 hectáreas ubicadas a tres leguas de la estación ferroviaria.
Los mapas presentados incluían el pueblo con sus respectivas calles.
La presentación, según las historiadoras Eiras y Vassolo, se hizo el 8 de agosto de ese año ajustándose a las prescripciones de las leyes y decretos vigentes.
Las obligaciones del responsable de la formación del centro agrícola incluían mecanismos de trabajo efectivo de la tierra y de acceso en propiedad.
Este proyecto fue aprobado por el gobierno, pero no se llevó a cabo y se archivó en 1893.
Ya varios años más adelante se propiciaban fraccionamientos importantes. Incluyo avisos de remates organizados por Vicente Cacuri, personalidad destacada de Tres Arroyos

La colonia de Cascallares
En noviembre de 1887 fue sancionada la ley 1969 de Centros Agrícolas que fue promulgada rápidamente, con lo que se dio lugar a la formación de colonias como manera de incentivar la producción agrícola en todo el territorio bonaerense.
Se establecían diversos mecanismos de ayuda y promoción de los colonos y rápidamente concitó la atención e interés de numerosos inmigrantes, especialmente holandeses. Posteriormente lo harían los dinamarqueses.
Muchos venían como residentes transitorios y el dinero que ganaban se enviaba a los lugares de origen para el sostén de las familias que permanecían allí.
Otros pretendían radicarse definitivamente pero tropezaban con la imposibilidad de comprar sus tierras, que solamente eran arrendadas.
Además muchos de los incentivos prometidos no fueron cumplidos, motivo por el cual debieron afrontarse condiciones de vida miserables hasta que finalmente desistían en sus intentos.
Benjamín del Castillo, nativo de Entre Ríos, y con fuerte proyección política es señalado como impulsor de la colonia de Cascallares y propietario de las tierras afectadas. Como tal fue un gestor de la extensión de la red ferroviaria, donando 10 hectáreas para la construcción de la estación y otras dependencias ferroviarias.
Del Castillo afectó a su iniciativa un total de casi 21 mil hectáreas que compró a Pastor y Felipe Senillosa, quienes lo habían adquirido en agosto de 1882.
Este proyecto incluyó la creación misma de la localidad de Micaela Cascallares.
Esta parte de la historia fue relatada por Gisela González y Edgar De La Fuente, quienes se ocuparon de escribir la historia de la localidad.

Dispersión
Además de los grupos de inmigrantes daneses que se radicaron en la pampa húmeda, hubo asentamientos diversos en distintos puntos del país, cobrando en algunos casos envergadura importante.
Sin entrar en mayores detalles, puedo indicar que hubo asentamiento en la zona de San Carlos de Bariloche y otros puntos de la provincia de Río Negro.
También en otras provincias, como Mendoza y el Litoral argentino.
Los incentivos que hallaban los daneses al elegir su radicación eran varios, pero uno de los fundamentales se refería a la real posibilidad de acceder a la propiedad de la tierra.
En algún caso se aprovechó la circunstancia de existir en aquella época los denominados “territorios nacionales”, previos a la transformación en provincias. Como consecuencia había gran disponibilidad de tierras fiscales.
De tal modo, cumplimentando determinadas condiciones, la tierra se asignaba de manera gratuita, como manera de colonizar áreas por entonces desiertas.
Fue el caso de Campo Grande, en la provincia del Chaco, donde hoy persiste la colonia danesa, exitosa e integrada al quehacer de la región.
Un caso distinto fue el desarrollado en la provincia de Misiones donde se observan asentamientos en Oberá y en Eldorado.
Respecto a este último, el proceso quedó registrado de manera excepcional en un trabajo literario de Oluf Johansen, quien fue el primero en radicarse en medio de la selva virgen.
Había abandonado Dinamarca en 1920 cuando tenía 30 años, junto con su esposa, de la misma edad, junto con 5 hijos a los cuales se sumó uno nacido en nuestro país.

Fueron dos familias que originalmente se radicaron en Necochea aunque luego se bifurcaron y Johansen resolvió afrontar el desafío en la zona de Eldorado.
Había nacido en Copenhague en 1890 y falleció en Buenos Aires en 1944. Era ebanista y aficionado a la música.
Sobre la decisión de aventurarse en Sudamérica escribiría que “el primer motivo del viaje es difícil de describir: un instinto natural nos dispersa por todo el mundo como abejas zumbando. Es imposible resistir cuando el impulso late en las venas”.
Fue autor de varios libros escritos en danés, y en ellos dejó testimonio del increíble esfuerzo realizado por aquellos pioneros para hacerse de un lugar donde forjar un futuro, en plena selva y sin recursos más allá de lo que la selva misma ofrecía.
Eldorado es hoy una próspera población en constante crecimiento.
Poco tiempo atrás se celebraron allí los cien años del Club Danés “La Esperanza” (Haabet), que fuera fundado en 1922 en el contexto de una ferviente actividad a favor de la colectividad. En una reunión en lo del maestro Marius Johnsen, con fecha 18 de junio, se conformó la Comisión directiva, siendo el primer Presidente Oluf Johansen, Vicepresidente: Andres Eriksen, Tesorero: Ramon Kristensen, Secretario: Pedro Jacobsen Delmar, Suplente: Ture Mortensen. Si bien la fundación fue en 1922, recién en el año 1944 obtienen la personería Jurídica, con la denominación de Club Centro Danés “La Esperanza” por Resolución del Poder Ejecutivo Nº 31173/44. En el año 1984 se cambia el nombre de Club Centro Danés “La Esperanza” por Club Argentino Danés “La Esperanza”.

Recomiendo como imperdible leer el libro Pionero, cuya tapa se reproduce acompañando esta nota, en el cual se relatan los detalles pormenorizados de una penosa iniciativa trocada en un emprendimiento exitoso.

 

Troels Myndel Pedersen y el Parque Nacional Mburucuyá.

Pueden mencionarse otros daneses que, sin pertenecer a ninguna colonia dano argentina, dieron grandes aportes a la Argentina. Las tierras del Parque Nacional Mburucuyá fueron donadas por un matrimonio danés. El 27 de junio de 2001 se creó el Parque Nacional Mburucuyá. Este espacio cuenta con 17.600 hectáreas y 111 lagunas, más el Estero de Santa Lucía y una diversidad en la que se destacan el ciervo de los pantanos, carpinchos, zorros, tatu mulita y aguará guazú.

La donación de estas hectáreas a la Administración de Parques Nacionales se concretó el 27 de noviembre de 1991. Fue un gesto por parte de  Troels Myndel Pedersen y su esposa Nina Sinding. Troels nació el 26 de septiembre de 1916 en la ciudad de Copenhague, en Dinamarca, hijo de Elise Petrea Nelly Sorensen y de Niels Peder Pedersen. Estas tierras ubicadas en la 3ra Sección del Departamento de Mburucuyá, fueron vendidas a Niels Peder Pedersen en el año 1928, quien era dueño de varios negocios en Europa, y tenía lazos comerciales en América del Sur, decidió invertir en la Argentina.

Luego de terminar la Segunda Guerra Mundial, en 1946, el abogado Troels Myndel Pedersen y su esposa Nina Sinding llegaron para hacerse cargo de los campos de su padre Peder Pedersen, un total 17.680 hectáreas. Al año siguiente, se construyó el casco de estancia de Santa Teresa, obras dirigidas por el matrimonio que serían su lugar de residencia permanente.

Se dividió el campo en parcelas para la cría de ganado y se construyeron casas para puesteros, a la par de un trabajo de conservación de natural, ya que el principal interés de Troels se centró en estudiar todas la plantas que existían en su campo. Creó su propio laboratorio para clasificarlas y eso le permitió descubrir nuevas especies de vegetales.

Pasaron los años y el danés reconoció el valor de sus tierras donde convivían tres regiones fitogeograficas: espinal, chaqueña y paranaense. Esto lo motivó a donarlas a Parques Nacionales en 1991, siendo el primer Parque Nacional en la Provincia de Corrientes.

Myndel Pedersen fue miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria de Argentina, fue nombrado Caballero de la Orden de Dannebrog, y Doctor Honoris causa de la Universidad Nacional del Nordeste y de la Universidad de Copenhague.

«Don Troels Myndel Pedersen, conjuntamente con su esposa Nina, fueron dos personas que nos dejaron un verdadero tesoro y al mismo tiempo tomar conciencia que a la naturaleza la debemos cuidar y no destruir, si queremos difrutar de ella. Don Pedersen falleció en el año 2000 y su esposa en el año 2018», explica el historiador Ramón “Topeka” González.

En 2020 el Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE), al cual Pedersen donó su herbario particular y su biblioteca, participó de la inauguración del Sendero Botánico Troels Myndel Pedersen en el Parque. El sendero botánico, que pone en valor el legado y los estudios sobre flora regional llevados adelante por el doctor Pedersen, puede visitarse todo el año, se encuentra junto a la laguna del Centro de Visitantes y Casco histórico del Parque.

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